El economista chileno Klaus Schmidt-Hebbel, experto de la OCDE y …
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El economista chileno Klaus Schmidt-Hebbel, experto de la OCDE y del Banco Mundial, propone cuáles son -a su juicio- los aspectos vitales que debe desarrollar Chile para que la productividad sea cada vez más un resultado de la eficiencia y no sólo del esfuerzo. El principal caballo de fuerza en esa dinámica es el emprendimiento y la creación de empresa.
El crecimiento que ha logrado la economía chilena en las últimas dos décadas se basa cada vez más en la “transpiración” y no en la “inspiración”. La productividad del país ha sido baja en este período, comparándose con naciones similares (emergentes, en vías del desarrollo). Se avanza más porque se acumula trabajo y capital, pero no por eficiencia. Es decir, se transpira pero no se inspira.
Para el experto en Economía del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y profesor de la Universidad Católica nuestro país tiene que crecer en productividad a través del emprendimiento privado y la innovación.
El destacado analista de la OCDE y del Banco Mundial subraya que una condición importante para alcanzar el desarrollo es que Chile cuente cada año con más emprendedores e innovadores, con plena disposición a tomar riesgos y a trabajar arduamente por una idea, alcanzando una tríada básica para el éxito de la socioeconomía: logro empresarial, reconocimiento social y lucro.
Chile ha logrado alcanzar algunos niveles básicos para encaminarse en la dirección correcta. El costo para comenzar un negocio ha caído en la última década de 12% a 1% del ingreso por habitante. Hoy se requieren sólo seis días para iniciar un negocio y no 26 como hace más de cinco años.
En menos de diez años el país triplicó la formación de nuevas empresas, siendo más de 85.000 el año pasado. Un cuadro similar se observa en innovación, campo en el que diversos fondos públicos y privados financian la investigación científica tecnológica, además de la formación de capital humano especializado.
Sin embargo, con lo bueno que implica ese panorama, es sólo una base mínima. Una condición a partir de la cual debe darse un caminar más concreto y comprometido. Como ejemplo, Chile invierte muy poco en Investigación y Desarrollo (I+D). Cerca del 0,35% del PIB. Alemania lo hace diez veces más.
Dice el experto Schmidt-Hebbel: “Aunque Chile ha alcanzado algunos logros, quedan enormes retos para desarrollar una cultura de emprendimiento e innovación. Urge una clara agenda de reformas pro innovación, productividad y crecimiento. Debemos fortalecer las condiciones para que muchos emprendedores creativos e innovadores desarrollen sus sueños desde Chile”.
Para ello, el economista propone cinco puntos clave:
(1) Otorgar una alta prioridad a las políticas de fomento del emprendimiento, la innovación, la productividad y el crecimiento de Chile.
(2) Evaluar sistemáticamente la efectividad de los programas públicos.
(3) Cerrar los programas públicos inefectivos y expandir los efectivos.
(4) Mantener la neutralidad sectorial de las políticas de fomento, evitando la tentación de beneficiar selectivamente a “clusters” de empresas o sectores ganadores y resistiendo los lobbies privados correspondientes. La evidencia chilena y mundial sobre la efectividad de políticas industriales “verticales” (o discriminatorias) es lapidaria.
(5) Buscar la máxima complementariedad entre el fomento de emprendimiento e innovación con otras reformas estructurales de alta prioridad gubernamental, como una educación de calidad, una matriz diversificada de energía más barata y una reforma tributaria bien pensada.
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